viernes, 13 de abril de 2018

UN LARGO VIAJE


Un largo viaje

En la madrugada del viernes 6 de Abril comenzó todo. Serían alrededor de las doce de la madrugada cuando, ya con todo el equipaje cuidadosamente colocado en el maletero de un viejo Skoda, arrancaba esta aventura. Pero en realidad todo esto empezó varios meses antes. Una mañana de Diciembre, cuando la tutora del Ciclo de GIAT anunciaba los seleccionados que disfrutarían de la beca Erasmus+ en la primavera de 2018. Por suerte yo era uno de los seleccionados y mi destino estaba claro, Estonia.
Tras varios meses de preparación física y mental el pasado día 6 por fin me ponía en camino. El viaje a Haapsalu no sería cómodo ni rápido, tenia por delante aproximadamente veinte horas de trayecto dividido en cinco etapas. La primera de ella era mi llegada al aeropuerto internacional Madrid-Barajas. Mi vuelo saldría a las seis de la mañana y me acompañarían hasta la Terminal 3 mi familia. Si es duro irse de tu ciudad y dejar a tu familia atrás, también es duro ver marchar a un ser querido con destino a lo desconocido.
A lo largo de tres horas recorrimos la distancia que separa mi querida ciudad de origen con la capital. Parando en alguna estación de servicio para descansar y reponer fuerzas. Por fin llegamos, estaba en la T3, con la tarjeta de embarque y esa cara que solo puede tener un cacereño al llegar a un aeropuerto tan concurrido. Por fin encontré la información relativa a mi viaje y me dispuse a facturar mi equipaje y embarcar. No sin antes despedirme por enésima vez de la familia y sabiendo que durante 2 meses y medio estaría sin verlos.
El viaje en avión me llevaría a Ámsterdam, donde tendría que hacer trasbordo para llegar a Estonia. Durante el viaje todo fue sobre ruedas, o mejor dicho, sobre nubes. Ninguna complicación, cero turbulencias y además con la deferencia por parte de la compañía aérea de entregarnos algo para comer y beber. Dos horas y media después aterrizaba en Ámsterdam. Era mi primera visita a la capital holandesa, pero sería realmente corta. Puesto que tan solo estaría tres horas esperando a que despegase el avión, que ahora sí me llevaría a Estonia, en concreto a Tallin, su capital. El aeropuerto holandés es realmente grande y empiezas a notar que a tu alrededor suenan cada vez mas idiomas y a cada cual mas extraño. Por suerte el inglés sirve como llave para abrir casi cualquier puerta y pude, con la inestimable ayuda de los trabajadores del aeropuerto, encontrar mi puerta de embarque.

Aeropuerto de  Amsterdam

El cansancio empezaba a pesar, realmente necesitaba dormir, pero aun me quedaban muchos Km. que recorrer. A eso de las 12h tome el avión con dirección a Tallin y aproximadamente a las 15h de la tarde aterrizaba en el aeropuerto internacional de Tallin. Cuando uno llega le impresiona lo pequeño que es en comparación con los vistos anteriormente. Tras coger mi equipaje me dispuse a continuar mi viaje que me llevaría hasta la estación de autobuses de la capital estonia. Lo primero que uno nota en Estonia es que el inglés, aunque mantiene esa utilidad, no esta tan extendido como uno piensa, sin embargo, las compañías y empresas tienen trabajadores que lo hablan con este acento local que te enamora.
Aeropuerto de Tallín 

Para llegar a la estación de buses, llamada Bussijam, uno puede tomar diversos medios de transporte, yo elegí el tranvía. No fue necesario pagar nada, ningún revisor pidió ticket, aunque esta claro que no debe ser gratis. A mi llegada a la estación de autobuses empezó a nevar fuertemente, para mi era algo sorprendente, viniendo de una tierra tan cálida y seca como es mi ciudad, pero la gente lo tenía como algo cotidiano, y eso que hablamos del mes de Abril.

Exteriores del aeropuerto de Tallín 

En un principio mi intención era disfrutar de unas horas por Tallin, tras dejar a buen recaudo mi maleta, pero el cansancio era ya agotador. Decidí tomar el primer bus en dirección a Haapsalu y avisar de mi llegada a mi tutora en el Instituto donde se alberga el hostal que me servirá de alojamiento. Serían las 16:30h  cuando embarqué en el autobús y la hora de mi llegada estaba programada para las siete de la tarde. Esta fue la peor etapa del viaje, nadie hablaba inglés, ni siquiera el conductor y tampoco entendían cuando le decía el nombre estonio donde debía de parar. Para mas INRI, empezaba a quedarme dormido y no podía aguantar con los ojos abiertos, pero sabía que si me pasaba de la parada, estaba perdido, con una maleta que pesaba mas de 20 Kg., en un país desconocido y nevando...

 Vista de Uuemöisa

Por suerte aguante como pude, saque esa fortaleza extremeña, no sin dar alguna cabezada corta e involuntaria. Por fin vi la parada y allí esperándome a Heli, la socia homóloga que ha hecho posible esta historia.. Baje del bus y llegue a la residencia. No pude ni deshacer la maleta, me tire sobre la cama y dormí mas de 15 horas... Llevaba de viaje casi 20 horas y sin dormir apenas.
Lo gracioso es que ahora es cuando empieza la verdadera aventura.
Seguiremos informando
Jesús Gibello Osuna




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